viernes, 30 de enero de 2009

Entrevista con Dios...

Un día me acosté y en oración, decidí realizar una Plegaria, fue en ese instante que mi deseo fue concedido permitiéndome una: Entrevista con Dios.
“Pasa hijo mío”, me dijo el Señor Todopoderoso
“¿Así qué queréis entrevistarme?.”
“Bueno”, le contesté,
“Pero sí tienes tiempo”.
Se sonrió por entre la barba y dijo:
“Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todos.
¿Qué pregunta queréis hacerme?”

“Ninguna nueva ni difícil para Ti.
¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres en todo el mundo?”
“Que se aburren de ser niños apurados por crecer y luego suspiran por regresar a ser niños:
que primero pierden la salud para tener dinero y enseguida pierden el dinero para recuperar la salud. Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su presente, con lo que ni viven el presente ni el futuro. Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubiesen vivido. Y pensar que yo...”, con los ojos llenos de lágrimas, la voz entrecortada, dejo de hablar,
sus manos tomaron fuertemente las mías y seguimos llorando en silencio. Después de un largo tiempo y para cortar el clima le dije “¿Me dejas hacerte otra pregunta?”.
Yo por dentro pense, no me respondió con palabras, sino con su tierna mirada. “Cómo padre"
¿Qué es lo que le pedirías a tus hijos?”.
“Que aprendan, que toma años construir la confianza, y solo segundos para destuirla; que lo más valioso no es lo que tienen en su vida sino a quien tienen en sus vidas; que aprendan que no es bueno compararse con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos.
Que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita. Que aprendan, que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán. Que bastan unos pocos segundos para producir heridas profundas en las personas que más amamos, y pueden tardar muchos años en ser sanadas. Que aprendan, que a perdonar se aprende perdonando.
Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe como demostrarlo.
Que aprendan que el dinero lo compra todo menos la felicidad y la paz que tan solo Yo puedo darles. “Que a veces, cuando estén molestos, tienen derecho a estarlo,
pero eso no le da derecho a molestar a los que los rodean”.
Que los grandes sueños no requieren de grandes alas, sino de un buen tren de aterrizaje
para lograrlo.
Que los amigos de verdad son tan escasos que quien ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro.
Que no siempre es suficiente ser perdonado por otro, algunas veces los hombres deben ser perdonados a sí mismos.
Que aprendan que son dueños de lo que callan, y esclavos de lo que dicen.
Que lo que siembran, cosechan, si siembran chismes cosechan intrigas, si siembran amor cosechan felicidad, la verdadera felicidad no es lograr sus metas, sino ser felices con lo que tienen. Que la felicidad no es cuestión de suerte, sino producto de sus decisiones solventadas por mi palabra...
Que dos simples personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente. Que sin importar las consecuencias, aquellos que son honestos consigo mismo llegan lejos en la vida. Que a pesar de que sienten que no tienen más que dar; cuando un amigo llora con ellos encuentra la fortaleza para vencer sus dolores, sus trabas y puede salir adelante.
Que retener a la fuerza a las personas que Aman, los aleja inmediatamente de ellos.
Que a pesar de que la palabra amor pueda tener muchos significados, pierde valor cuando es usada en exceso.
Amar y querer no son sinónimos, sino antónimos, el querer lo exige todo, el amar lo entrega todo.
Que nunca harán nada tan grande para que Dios los ame más, ni nada tan malo para que los ame menos, simplemente los amo a pesar de sus conductas.
La distancia más lejana de mí, es una oración...”.

Y así, en un encuentro profundo, tomados de la mano continuamos en silencio y me pregunte ¿Será posible que alguna vez aprendamos?
Autor: Diego Hernán Frutos.

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